27.6.13

Todavía la distancia regresa

 
(Los textos en comillas pertenecen a Beatriz Vallejos).

“El tren hace una parada en el Puerto de Colastiné y luego en San José del Rincón” (Me muestra las fotos, amarillentas).
Allá, entonces, el tren traería nuestros recuerdos para ahora... También viajé en volanta, esa especie de diligencia que cortaba por el camino del arenal o ‘el bañado’; o en lancha, en el regazo de mi madre.
Gaitán encendía los faroles de las esquinas recuerdo; recuerdo el reflejo de la arena iluminada, el parpadeo de los tucu tucu, el silencio. Desde siempre, la sombra me pareció de color azul. En esa sombra se movía el viejo sombrero de paja de mi padre.
Entre los primeros viajeros del tren estaban Clemente Puccinelli, venía con sus pinceles. Y Ludovico Paganini, Enrique Estrada Bello con sus óleos...”

-Beatriz, decías que la vigilia florece…
“Porque ese reflejo azulado persiste.
De igual modo el rocío permanece... no ha cesado el amanecer.”

La noche corre o pasa solo para dejar a los visitantes y según la velocidad de las nubes.
Beatriz escribe, revisa sus lacas, camina por la casa; hay un esbozo, un 'algo' que le ronda, le da vueltas. Tiene un cuaderno a su lado, por las dudas. Luego de tachar algunas luces apaga líneas o, al revés, luego de apagar algunas líneas tacha la luz, pero no puede continuar. Por la ventana un brillo de afuera reclama asistencia. Oye música extraña y conocida a sus oídos. La casa, todo rincón está en silencio. Sólo algunos perros ensayan ladridos como para justificar su estadía. No tiene miedo, el barullo viene de las palmeras. No es la primera vez. Arden las hojas, sin humo ni calor. Y no se queman.

-Son ellos, la visita! (Se pone su chal inocente y sale:) “Esta sereno”.

La palmera luminosa de una luz que emana de ella; Tal vez de sus raíces, de la tierra misma de Rincón, de la casa. Las madreselvas hacen la ronda, de euforia, exaltadas en su aroma. Saluda, colocando la mano izquierda en el corazón (soncco, soncco). Pero ellos no la ven, son todo frenesí, en una danza imperfecta para el ojo humano. Bailan, bailan sobre las hojas, sobre el olvido de las palabras.
(- y cuanto tiempo duró ese baile, Beatriz?)
El tiempo dura un recuerdo.
Cierra el libro pero lo abre. Cita al poeta Li Chang-Yin: Adónde va el perfume de las flores? Ve pasar un rocío húmedo por su oído.
Abre otro cuaderno y me lee: “Señor de la brisa, nadie más que sus pasos para no caminar al borde las lágrimas.
 

(…)

“Mamá en la cocina acomoda el fanal, tazones de otro mundo extienden el mantel bordado.
Mamá, mi alma es una taza de universo.
Mamá dice alhucema y sahuma las colinas, los visillos del cielo
Mamá deletrea la brisa circular. De los cristales distantes dice: ni otra flor ha quedado.
Mamá piensa: Nadie te piensa, callado árbol?
Mamá deshoja la sombra, deja el sol en la taza
Mamá, mi corazón es un puñado de luciérnagas
Si pudiera olvidar, ah si pudiera... tan breve el don de regresar.
Mamá, qué fue de aquel jardín?”
 

(…)

“Sentado, en la puerta de entrada de los pájaros nocturnos, el viejo sombrero de paja.
No estar - estar -
biombo de tres tabiques;
cuelga del bastidor
La tapa de viento, roja sobre la arena”.

Esta es la puerta de los pájaros, me dice.
Solo pasan para avisarme de los visitantes.

“Y el seibo? Y el timbó? Y el jacarandá?
Oh, esos ya pasaron ayer...
La vigilia florece?”

Va lejos, Vallejos?
Domingo; mi nombre es Domingo.
Vallejos es la Beba, y está con la visita.
Va lejos domingo?
Y Domingo?
Ah, pero Domingo no está…, te quería mostrar cómo arde la palmera, cómo bailan los gnomos en medio del fuego, como si fueran gusanos de luz, como tuquitos de fuego en el rocío de la arena…
Ah, Domingo, la vigilia florece…
Llega al sillón hamaca, cierra los cuadernos y los coloca en la mesa ratona, guarda las fotos en el arcón, y me dice: "todavía la distancia regresa". Luego de una curva de silencio, dormita. (Me quedo en silencio, contemplando cómo se mueve el sillón) “Lo esperás a Domingo?” y cierra sus ojos a la noche. Y Domingo aparece, hace una seña y me muestra el mural que pintó Puccinelli ocupando toda una pared del living. Salimos al patio, a la noche estrellada. Ahora trae en una bolsa una planta de madreselva, de regalo y me acompaña hasta la puerta. Afuera es una cosa abstracta, pienso, mientras veo a la palmera, todavía luminosa y al “19” entrando a rincón.



TODAVÍA LA DISTANCIA REGRESA, roberto aguirre molina. Leído en el Festival de Poesía de Rosario en Santa Fe, 21/09/2012.

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