1.11.07

Me dio tono

Palavras, Pretas

Junto piedras al subir: minas; en mi boca parras en rama, dados de sudor.

Escarbo. Mastico.

Borradores de lectura llagan el pozo de la lengua, de la mano chivos, tormentas, toros, caballos, humores en cascada, pasajes que cortan como rodajas de hierro, gallos perversos que no ofrecen su presa, se cruzan, tostados de lija, amantes. Entra el camino, sandalilas rojas, amarillas y naranja.

Cierro la montaña con los labios. Cierro la montaña con los dientes

Yazgo sin pensar: el que anda mirando, harto de raíces, ramas caídas, frescas fresas de arena no es mi yo no es michaux no es miché
La altura, la más alta, suelo.

Provista

Provista de mujer (No solo canta)

vive de señas en el atrio y no calla su palabra, la Abla; un tomo de aire un tono de agua el vaso habita el bacío entre sed y sed y bebe la sed, se diendo lugar a una alma y hediendo a las otras? ya no caen tan rápido como antes ni acuden con argoyiz alaire -herencia herrada-, distraídas por la baba del diz antes que la cura lo hiciera peres en llamas blancas, presura, precinta delicias al moño de la garganta y a su tostado, organza en sus cabellos untados con corales de bach, compone un fino tocado ciudadano, fibra de la botatánica; corona su mirada con agujas afiladas en huesos de mirlo.

Recoge el junco -tejido con hilachas e hilazas de la Driático- puesto a secar entre la zarza brotada de zarandas.
Alambra como al pasar, juna, racima y atesora las moras maduras en bambalinas. Aspira el ámbar verde.

Cuelga en su lóbulo izquierdo la nota más aguda y extensa del último concierto de María la greca, hueles? en el derecho Zappa&Zorn con silencio componen para un dueto el Opus papa Gallo.

Sujeta sus vestidos con fábulas, el Cuzco trepa la rama, el horizontal Parapoco encuentra el nido que abandona, cumplido su ciclo, animal, al fin, de amor, la yunta; no conoce lugar de nacimiento ni país de procedencia cuando pendula su voz: antes de sentarse ajusta con precisión en ambos iris la mirada de un zahorí gordo de zahén.

Apoyada en lo tibio orienta su cachula forrada, aljibe hacia el poniente.
Cristales de satén para la caja decorada por orfebres no suavizan la humedad; la última vez, gastada en el vértice, la botona en crujió de mar, de sequías: las astillas miran al oriente.
Palinuro minúsculo destilándose en capas de ajonje con el buril del tiempo y granos de arena depurada.
Brújula de matices predicen que hará viajar al cardellino a las misas.
Abandona la litrona por unas horas: dejándose acunar en el mundo, el hombre suele, en vísperas de estreno